En Manos Abiertas hacemos una opción por el voluntariado: personas que aprecian la vida, que se preocupan por el mundo, que entienden la solidaridad como una actitud constante, personas que de un modo gratuito, organizado y comprometido, se empeñan en mejorar y transformar las condiciones de vida de los más vulnerables, manifestando el amor “más con gestos que con palabras”.
El voluntariado tiene ese sabor. El de lo pequeño, el de la salida al encuentro del otro, el de la esperanza, el de actuar sobre lo posible, con rostros concretos.
El voluntariado es un don y es una tarea. Es un privilegio poder servir y ayudar a otros; y al mismo tiempo, es una respuesta que involucra y compromete.
El voluntariado es una forma de participación social.
Ahora bien, existen muchas formas de participar, todas válidas en la medida en que supongan el afianzamiento de la democracia, la convivencia, el progreso y la prosperidad desde parámetros de justicia, pero… no todas son voluntariado.