En el relato del diluvio, una paloma acercó una ramita, signo de la esperanza y de paz frente a las turbulencias y catástrofes. Y las Escrituras nos simbolizan la acción consoladora y pacificadora del Espíritu que nos da “otro vuelo” a nuestras vidas con la imagen de la paloma. Libres de espíritu y alegres. “Contento, Señor, contento”. (San Alberto Hurtado)
“Si les preguntamos a Jesús y al Padre, como sabemos que es su Espíritu el que recibimos, nos dirían: Cuando reciban Nuestro Espíritu, se darán cuenta enseguida, por la alegría y la paz.
En esto no duden ni teman engañarse. Nuestro Espíritu siempre sopla suavemente y tiene una dinámica que expande, como ondas, nuestra Paz: ordena los sentimientos…, lleva cada cosa a su sitio, al lugar donde se armoniza con todo lo demás. Aún en medio de la discusión más violenta o del desorden más agudo, la moción de nuestro Espíritu siempre baja serenando, y nos invita a comenzar a “trabajar por la paz”. (Diego Fares, sj)